"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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Yo comandante de Auschwitz. Rudolf Höss. Comentario

Hola, querido amigo dokusha: El 27 de enero se llegó al 75 aniversario de la liberación del campo de concentración (exterminio) de Auschwitz y por este motivo hoy os traigo un libro escrito por uno de los monstruos más grandes de aquel genocidio: Rudolf Höss. Yo estuve en el campo en 1998 y os puedo decir que salí llorando de él. Quisiera, si me lo permites, querido dokusha, centrar el tema de este libro para que lo leas con su debido rigor, si es que puedes, claro está… Verás, Rudolf Höss era un hombre cuerdo, con conocimientos y sentimientos, que razonaba con frecuencia sobre su propio comportamiento y el de los demás… Es este, por lo tanto, un buen momento para tratar de penetrar en la mente del comandante del mayor campo de concentración nazi, el de Auschwitz, y preguntarnos: ¿Cómo pudo hacerlo?, ¿cómo puede un ser humano dirigir el cruel exterminio de tantos hombres, mujeres y niños, incluso después de mirar a la cara a muchos de ellos?, ¿era un loco inconsciente que no sabía lo que hacía?, ¿era tal vez un sádico, un hombre malvado y cruel o un psicópata que disfrutaba con el sufrimiento ajeno?, ¿era simplemente un lacayo, inculto y sin sentimientos, que sin pensar ni razonar se limitaba a cumplir órdenes?, ¿banalizó el mal Rudolf Höss? En el DEL (Diccionario de la Lengua Española), la palabra banal es sinónima de “trivial, común o insustancial”. Trivial, a su vez, es equiparado a “vulgarizado, común y sabido de todos”. Pero el mal que hacían los nazis no parece ni vulgar, es decir, ni impropio de personas cultas ni común ni sabido de todos. No obstante, podemos ir más lejos al interpretar la banalidad que postuló Hannah Arendt para el nazismo en 1961. Si banalidad significa reducción de la empatía y del sentimiento de culpa, la mayoría de gerifaltes nazis acabaron siendo banales, pero si banalidad significa dejar de considerar al mal como mal o quitarle importancia, dudo que hubiera muchos dirigentes nazis cultos banales… El que Heinrich Himmler, se despidiera de su mujer en 1942 con un “viajo a Auschwitz. Besos: tu Heinr”, no prueba que el sentimiento del Reichsfürer fuera banal en el sentido de quitarle importancia al asesinato de judíos. Lo vemos mejor en el caso de su subordinado, el comandante de Auschwitz, Rudolf Höss, responsable de la matanza de millones de personas y cuyo comportamiento con su propia familia era tan correcto que también podría denotar banalidad. Su hija, Brigitte Höss, que sobrevivió a la tragedia, recuerda en una entrevista en The Washington Post que su padre “parecía el mejor hombre del mundo, siempre dulce y amable con quienes le rodeaban”. Pero la procesión iba por dentro, como puede comprobarse en las memorias del propio Höss, escritas mientras esperaba su muerte en una prisión de Cracovia.. Höss era pues consciente del horror que se cometía en su campo, pero trataba de mantener a raya cualquier emoción perturbadora “Yo no hacía más que pensar en mi trabajo y relegaba a un segundo plano todo sentimiento humano”. Comentando la orden de exterminio masivo de judíos que recibió de Himmler en 1942. Höss se supera a sí mismo y llega a afirmar: “En aquella orden había algo monstruoso que sobrepasaba de lejos las medidas precedentes”. Esto no solo implica razonamiento, sino también juicio sobre las intenciones del nazismo… Pero, al leer detalladamente sus memorias, se descubre que la aparente y calculada frialdad emocional del comandante de Auschwitz ocultaba en realidad su más intenso sentimiento: la ambición de éxito y de poder. Así pues, no fue un individuo movido por inercia. Supo siempre lo que hacía y conocía muy bien las consecuencias de sus actos, pero asumió el riesgo de llevarlos a cabo convencido de que eso le reportaría grandes beneficios. No era un simple elemento de un engranaje que nunca reconoció su culpabilidad, era consciente de su responsabilidad en una empresa cuyas consecuencias positivas serían proporcionales a su dimensión “justiciera” y al esfuerzo para realizarla superando debilidades personales, que eran muchas y las tenía, aunque no las manifestara. Sin sentirse responsable de lo que hizo no hubiera podido acreditar los beneficios que esperaba obtener por ello… Un verdadero monstruo, lo sé, pero es la visión sobre el funcionamiento de esta fábrica de muerte y de sus horribles carceleros… Es un texto duro, sí, pero si no conservamos este tipo de documentos, querido dokusha, puede que todo esto vuelva a repetirse y con mayor fuerza quizá… Entonces, ahora sí, lee y opina sobre lo leído con un juicio claro y riguroso…

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